Phillip Colla Photography

Las relaciones entre diferentes formas de vida a menudo son el secreto de supervivencia de los arrecifes. También en lo pequeño, estas asociaciones resultan ser vitales.
En la última aportación se describieron algunas formas de parasitismo y los mecanismos de protección creados por la naturaleza a través del llamado mutualismo. El presente artículo representa una continuación temática lógica en el que se exponen asociaciones de dos organismos de diferente especie en las que, como mínimo, una de las dos se beneficia sin perjudicar al otro. Por “Simbiosis” se entiende hoy día la colaboración entre diferentes organismos con ventajas para ambas partes. Frente a ello, la relación entre dos formas de vida de diferentes especies en las que solamente se beneficia uno de los socios sin que sea perjudicado el otro se denomina “comensalismo” o “probiosis”. La forma más conocida de la simbiosis en el ámbito marino es la de las anémonas marinas con peces u otros animales.
Como se sabe, los arrecifes de corales están formados por inmensas acumulaciones de pólipos de coral. En el curso de siglos han creado gigantescas construcciones en medio de los océanos, ello solamente gracias a una refinada forma de simbiosis. Los pólipos de coral depositan en su capa más interior algas monocelulares (las llamadas zooxanthelas). Éstas asumen la función de células solares. Convierten mediante la fotosíntesis la energía de la luz solar en energía química y producen para los pólipos de coral nutrientes como azúcar, grasas y oxígeno, éste último necesario para que los animales de coral puedan respirar. El dióxido de carbono igualmente necesario está presente en forma disuelta en el agua marina. Sin embargo, para que las algas puedan hacer a su vez la fotosíntesis, necesitan nitrógeno y fosfato, obteniendo ambos elementos de los procesos metabólicos de los pólipos de coral. Con ello ambas formas de vida se benefician del otro simbionte.
Sin embargo, esta forma de simbiosis presenta un inconveniente decisivo: los corales dependen de las algas (zooxanthelas). Si el mar se calienta excesivamente, por ejemplo debido a fenómenos meteorológicos, ello puede convertirse en un peligro mortal. Las algas cesan la fotosíntesis como consecuencia del incremento de la temperatura lo que a su vez supone un peligro mortal para los pólipos de coral porque las zooxanthelas corren el peligro de morir. Los arrecifes enfermos de muerte pueden decolorarse en amplias superficies y morir. Una suerte similar la corren las almejas (por ejemplo la almeja gigante Tridacna) y las anémonas que tienen incorporadas el mismo tipo de algas que los corales.
De forma verdaderamente futurista se aprovecha una babosa del tipo flabelina de la energía solar. Se alimenta con corales que tengan algas monocelulares (zooxanthelas) incorporadas. Sin embargo, estas algas no llegan a ser digeridas sino que se integran de manera hasta ahora desconocida como células completas en el propio organismo de la babosa. La incorporación se realiza en los miembros ramificados del cuerpo de la babosa donde las algas siguen existiendo y donde pueden efectuar la fotosimbiosis. La misma babosa se beneficia, al igual que los pólipos de coral, de los productos metabólicos. Esto llega hasta tal punto que la babosa ya no tiene que absorber durante un largo periodo de tiempo otros nutrientes pudiendo existir únicamente con la dieta solar de sus socios simbiontes, las algas.
Una forma de la simbiosis que siempre resulta atractiva al que la observa es aquella entre el cangrejo ermitaño y la anémona marina. Los cangrejos ermitaños emplean conchas de caracol vacías como protección y a menudo se colocan una o varias anémonas marinas urticantes sobre su concha para defenderse de sus enemigos. En contrapartida, la anémona puede beneficiarse de restos alimenticios del cangrejo ermitaño.
Determinadas especies de camarones que no viven en estaciones de limpieza para peces, se alojan en pepinos de mar, almejas, anémonas y corales. Estos camarones se benefician de un buen camuflaje o de la protección de los tentáculos urticantes de su hospedante. Como contrapartida otorgan sus servicios como limpiadores. En esta función limpian sobre todo a las anémonas y corales de los cuerpos extraños como arena o restos de almeja.
(uemis DiveWorld)